Megaterio, un perezoso de 6 metros.
Se da el nombre común de megaterios a dos animales pertenecientes a los
géneros Megatherium (Megatherium americanum) y Eremotherium
(Eremotherhium laurillardi). Era un perezoso terrestre, antepasado de
los actuales perezosos que habitó en Sudamérica desde comienzos del
Plioceno hasta hace 8.000 años, bien entrado el Holoceno, como confirman
los últimos hallazgos en Argentina.
Características
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Esqueleto de un ejemplar adulto |
Los megaterios llegaban a medir 6 m de altura
cuando se alzaban sobre sus patas traseras, sus cabezas eran
relativamente pequeñas, sus patas traseras algo más largas y robustas
que las delanteras y tenían grandes garras que utilizaban tanto para
escarbar en busca de raíces y tubérculos como para defenderse. Al
contrario que los actuales perezosos, tenían colas largas y gruesas que
alcanzaban los 50 cm de diámetro en la base. Sus fuertes mandíbulas
constaban de 16 molares (8 en cada maxilar) carentes de esmalte.
Su enorme cuerpo estaba cubierto de un espeso pelaje.
La estructura de
su esqueleto era muy fuerte y gruesa con huesos más robustos que los de
un elefante, patas traseras cortas, pies grandísimos y una cola de 50
centímetros de diámetro en su nacimiento. La gran cabeza era pequeña en
relación con el cuerpo.
Las mandíbulas eran poderosas. En cada maxilar, carente de colmillos,
tenían 4 grandes molares desprovistos de esmalte por cada lado (un total
de 16) y que eran de crecimiento continuo, o sea que crecían a medida
que se desgastaban y tenían una caprichosa forma prismática. Con ellos
era capaz de triturar ramas, frutos, hojas y flores al masticarlos, para
extraerles los nutrientes. También utilizando las fuertes y grandes
uñas, escarbaba la tierra en busca de raíces y tubérculos.
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Esqueleto en posición semi-erguida |
Descubrimiento
Varias docenas de fósiles de megaterios se han hallado en Sudamérica.
El primer ejemplar hallado fue encontrado por Fray Manuel de Torres en
las inmediaciones del río Luján, en Argentina y fue enviado a España en
1789 por el gobernador de Buenos Aires, convirtiéndose en el primer
esqueleto fósil exhibido montado en la posición que debía tener en vida
del animal.
Corría el año 1785 en las colonias españolas de América del Sur, cuando
dirigiendo una obra a orillas del Río Luján, en lo que es hoy la
provincia de Buenos Aires (Argentina), Fray Manuel de Torres encontró el
esqueleto prácticamente completo de un animal desconocido. Enterrados
en el sedimento, los huesos se encontraban en buen estado de
conservación, el trabajo correspondiente a su extracción demandó algún
tiempo y llamó fuertemente la atención el tamaño que tenían.
Para que se apreciara la envergadura del espécimen, se montó el
esqueleto en su posición original sobre un armazón de madera y así se
convirtió en el primer resto fósil exhibido de esta forma. Por su tamaño
fue llamado Megatherium americanum (del griego: mega, grande y therion,
bestia).
Megaterio y la fauna de la zona
Habiendo tomado conocimiento de los restos enviados a Europa en 1788,
Charles Darwin, en su visita a Argentina en 1833, observó similares
características entre los armadillos (mamíferos conocidos en la zona
como mulita grande ó tatú) vivos y los extintos megaterios. En sus
observaciones sugirió que los armadillos descendían de los megaterios, y
utilizó este argumento como una de las claves determinantes para el
desarrollo de su teoría de la evolución. Al analizar los factores que
condujeron a la desaparición del megaterio podemos decir que este
proceso de extinción fue general para el conjunto de los megamamíferos
americanos. La evolución favoreció la supervivencia de los animales de
menor tamaño, afirmando que en general, en todas las especies de
vertebrados terrestres, el gigantismo fue la manifestación de una
próxima decadencia.
Evolución
Los perezosos terrestres, como los demás xenartros, evolucionaron en aislamiento durante el Paleógeno. En el período Plioceno, se formó el istmo de Panamá lo que causo el Gran Intercambio Biótico Americano y la consiguiente extinción de una importante proporción de la megafauna
originaria de Sudamérica. Sin embargo los perezosos terrestres se
adaptaron con éxito a las nuevas condiciones biológicas logrando
colonizar ademas América del norte, donde florecieron hasta el final del Pleistoceno.
En el sur, los perezosos gigantes vivieron hasta hace unos 10.000 años.
Se ha señalado con frecuencia, que la llegada del Hombre al continente
provocó su extinción, siendo relativamente frecuente el hallazgo de
huesos semicalcinados de grandes perezosos entre los mas antiguos
asentamientos.
Este género aparece en el registro paleontológico por primera vez para el Plioceno de Bolivia en la forma de
Megatherium altiplanicum., siendo muy similar al perezoso terrestre del Mioceno
Promegatherium. Su tamaño era similar al de un rinoceronte. Las especies de megaterios se volvieron mayores con el tiempo, siendo
Megatherium americanum la de mayor tamaño, alcanzando las dimensiones de un elefante africano.