viernes, 9 de noviembre de 2012

Megaterio

Megaterio, un perezoso de 6 metros.

Se da el nombre común de megaterios a dos animales pertenecientes a los géneros Megatherium (Megatherium americanum) y Eremotherium (Eremotherhium laurillardi). Era un perezoso terrestre, antepasado de los actuales perezosos que habitó en Sudamérica desde comienzos del Plioceno hasta hace 8.000 años, bien entrado el Holoceno, como confirman los últimos hallazgos en Argentina.

Características

Esqueleto de un ejemplar adulto
 Los megaterios llegaban a medir 6 m de altura cuando se alzaban sobre sus patas traseras, sus cabezas eran relativamente pequeñas, sus patas traseras algo más largas y robustas que las delanteras y tenían grandes garras que utilizaban tanto para escarbar en busca de raíces y tubérculos como para defenderse. Al contrario que los actuales perezosos, tenían colas largas y gruesas que alcanzaban los 50 cm de diámetro en la base. Sus fuertes mandíbulas constaban de 16 molares (8 en cada maxilar) carentes de esmalte.
Su enorme cuerpo estaba cubierto de un espeso pelaje.

La estructura de su esqueleto era muy fuerte y gruesa con huesos más robustos que los de un elefante, patas traseras cortas, pies grandísimos y una cola de 50 centímetros de diámetro en su nacimiento. La gran cabeza era pequeña en relación con el cuerpo.

Las mandíbulas eran poderosas. En cada maxilar, carente de colmillos, tenían 4 grandes molares desprovistos de esmalte por cada lado (un total de 16) y que eran de crecimiento continuo, o sea que crecían a medida que se desgastaban y tenían una caprichosa forma prismática. Con ellos era capaz de triturar ramas, frutos, hojas y flores al masticarlos, para extraerles los nutrientes. También utilizando las fuertes y grandes uñas, escarbaba la tierra en busca de raíces y tubérculos.

Esqueleto en posición semi-erguida

Descubrimiento

Varias docenas de fósiles de megaterios se han hallado en Sudamérica. El primer ejemplar hallado fue encontrado por Fray Manuel de Torres en las inmediaciones del río Luján, en Argentina y fue enviado a España en 1789 por el gobernador de Buenos Aires, convirtiéndose en el primer esqueleto fósil exhibido montado en la posición que debía tener en vida del animal.
Corría el año 1785 en las colonias españolas de América del Sur, cuando dirigiendo una obra a orillas del Río Luján, en lo que es hoy la provincia de Buenos Aires (Argentina), Fray Manuel de Torres encontró el esqueleto prácticamente completo de un animal desconocido. Enterrados en el sedimento, los huesos se encontraban en buen estado de conservación, el trabajo correspondiente a su extracción demandó algún tiempo y llamó fuertemente la atención el tamaño que tenían.

Para que se apreciara la envergadura del espécimen, se montó el esqueleto en su posición original sobre un armazón de madera y así se convirtió en el primer resto fósil exhibido de esta forma. Por su tamaño fue llamado Megatherium americanum (del griego: mega, grande y therion, bestia).

Megaterio y la fauna de la zona

Habiendo tomado conocimiento de los restos enviados a Europa en 1788, Charles Darwin, en su visita a Argentina en 1833, observó similares características entre los armadillos (mamíferos conocidos en la zona como mulita grande ó tatú) vivos y los extintos megaterios. En sus observaciones sugirió que los armadillos descendían de los megaterios, y utilizó este argumento como una de las claves determinantes para el desarrollo de su teoría de la evolución. Al analizar los factores que condujeron a la desaparición del megaterio podemos decir que este proceso de extinción fue general para el conjunto de los megamamíferos americanos. La evolución favoreció la supervivencia de los animales de menor tamaño, afirmando que en general, en todas las especies de vertebrados terrestres, el gigantismo fue la manifestación de una próxima decadencia.

Evolución

Los perezosos terrestres, como los demás xenartros, evolucionaron en aislamiento durante el Paleógeno. En el período Plioceno, se formó el istmo de Panamá lo que causo el Gran Intercambio Biótico Americano y la consiguiente extinción de una importante proporción de la megafauna originaria de Sudamérica. Sin embargo los perezosos terrestres se adaptaron con éxito a las nuevas condiciones biológicas logrando colonizar ademas América del norte, donde florecieron hasta el final del Pleistoceno. En el sur, los perezosos gigantes vivieron hasta hace unos 10.000 años. Se ha señalado con frecuencia, que la llegada del Hombre al continente provocó su extinción, siendo relativamente frecuente el hallazgo de huesos semicalcinados de grandes perezosos entre los mas antiguos asentamientos.

Este género aparece en el registro paleontológico por primera vez para el Plioceno de Bolivia en la forma de Megatherium altiplanicum., siendo muy similar al perezoso terrestre del Mioceno Promegatherium. Su tamaño era similar al de un rinoceronte. Las especies de megaterios se volvieron mayores con el tiempo, siendo Megatherium americanum la de mayor tamaño, alcanzando las dimensiones de un elefante africano.







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